lunes, enero 14, 2008

EL TESORO DE LA FILOLOGÍA (III)

LUNA. El planeta más inferior del cielo de los siete. El medio cuerpo de la luna está siempre alumbrado del sol; pero en razón de apartarse o alejarse dél, causa en la tierra diferentes formas y apariencias. Y así unas veces nos parece un broquel de fuego, otra una rebanada de melón o un medio círculo, y cuando es luna nueva, un arco muy delgado. Con estas diferencias fingen los poetas tener tres rostros, como dijo Virgilio: «Tria virginia ora Dianae». Llamárosla con tres nombres: Luna en el cielo, Diana en la tierra y Proserpina en el infierno. Lo demás se remite a los poetas. «Estar la luna sobre el horno»; se dice del loco, cuando está con furia, que ordinariamente es en luna llena, y allí se toma horno por la cabeza del hombre, que es como una hornaza, y entonces le hiere de lleno. Por esta razón se llamaron lunáticos a los faltos de juicio, que con los cuartos de luna alteran su accidente.

ERASMO DE ROTTERDAM. Fue doctísimo y dejó escrito mucho, como a todos es notorio; no le hizo ningún provecho ser tan libre como fue, y así están defendidas algunas de sus obras y expurgadas las demás.

IRONÍA. Es una figura de retórica, cuando diciendo una cosa, en el sonido o tonecillo que la decimos y en los meneos, se echa de ver que sentimos al revés de lo que pronunciamos por la boca.

AFEITE. El aderezo que se pone a alguna cosa para que parezca bien, y particularmente el que las mujeres se ponen en la cara, manos y pechos, para parecer blancas y rojas, aunque sean negras y descoloridas, desmintiendo a la naturaleza y, queriendo salir con lo imposible, se pretenden mudar el pellejo. Es vana pretensión por más diligencias que hagan y, pensando engañar, se engañan, porque es cosa muy conocida que el afeite causa mal olor y pone asco, y al cabo es ocasión de que las afeitadas se hagan en breve tiempo viejas, pues el afeite les come el lustre de la cara y causa arrugas en ella, destruye los dientes y engendra un mal olor de boca. Es una mentira muy conocida y una hipocresía mal disimulada.

SIMPOSIO. En estos tales convites antiguamente se trataba materia de letras y de virtud, como lo muestra el diálogo de Platón, dicho Symposio y muchos modernos han tomado este argumento para tratar cosas muy altas, de do se infiere que estos no se emborrachaban ni se juntaban para decir mal de nadie, ni para jugar sus haciendas.

PERLA. La margarita o unión preciosa, que a fin de adornar con ellas los cuellos y las orejas de las mujeres, entran los hombres en lo profundo del mar a pescarlas, y no sin gran peligro.

HIPÓCRITA. Propiamente significa el representante, porque finge muchos afectos, ya llorando, ya riendo, por consistir en aquello la oración y lo mismo se considera en el orador; pero comúnmente se toma por el que en lo exterior quiere parecer santo, y es malo y perverso, que cubierto con la piel blanda y cándida del cordero es dentro un lobo carnicero.

HIJUELA. Nombre diminutivo de hija; proverbio: «A ti te lo digo, hijuela, entiéndelo tú, mi nuera»; las suegras no osan disgustar a las nueras, porque no se quejen a los maridos, y así, teniendo cuñada, la madre riñe a su hija lo que le parece mal en la nuera.
(Sebastián de Covarrubias: Tesoro de la lengua castellana o española, 1611)

jueves, enero 10, 2008

EL TESORO DE LA FILOLOGÍA (II)

FILÓSOFO. El primero que se intituló con este nombre fue Pitágoras, pareciéndole que el nombre de sabio absolutamente era arrogante, presupuesto que ningún hombre sabe tanto que no le falte mucho que saber. Y de allí en adelante todos los profesores de filosofía no se llamaron sofistas, sino filósofos y por donaire dejaron el nombre de sofistas a los que sabían poco y presumían mucho con dotrinas aparentes y falsas.

MARIPOSA. Es un animalito que se cuenta entre los gusanitos alados, el más imbécil de todos los que puede haber. Este tiene inclinación a entrarse por la luz de la candela, porfiando una vez y otra, hasta que finalmente se quema […] Esto mesmo les acontece a los mancebos livianos que no miran más que la luz y el resplandor de la mujer para aficionarse a ella; y cuando se han acercado demasiado se queman las alas y pierden la vida. Dijose mariposa, quasi mariposa, porque se asienta mal en la luz de la candela donde se quema.

MERENDAR y MERIENDA. En rigor vale lo que se comía al mediodía, que era poca cosa, esperando comer de propósito a la cena; quasi merienda, porque se daba después de haber trabajado, cuando ya se merecía.

MODERNO. Lo que nuevamente es hecho, en respeto de lo antiguo; del adverbio modo, cuando significa agora. Autor moderno, el que ha pocos años que escribió, y por eso no tiene tanta autoridad como los antiguos.

ESPERAR. Aguardar el suceso de alguna cosa buena, porque la mala antes la tememos que la esperamos, aunque de ordinario eso mesmo que esperamos tememos por su incertidumbre, vacilando una vez con el temor y otra con la esperanza, como dijo Terencio, in spe et timore. Y sin embargo de todo esto, abusivamente decimos esperar la calentura, aunque no deseamos que venga y esperar la muerte, que naturalmente la tememos.

ESPOSA Y ESPOSO.
Los que se han dado palabra de casamiento, o sea de presente o de futuro. Lat. sponsa et sponsus, del verbo spondeo, des, por prometer. Esposas, cierto género de prisión con que atan ambas manos, que en latín se llama manicae ferrae, porque hacen juntar una mano con otra estrechamente, como se juntan las de los desposados, aunque no con el contento que ellos, sino con mucho pesar.

TROGLODITAS. Ciertos pueblos de Etiopia, bajo Egipto, hacia el Sino Arábico; es gente muy bárbara, susténtase de carne de serpientes, viven en cuevas, no tienen lenguaje ni voz, sino tan solo un chillido; y por esta razón no pueden ser tratados ni comunicados de otras gentes.

ABUELO. Y corrutamente agüelo, del nombre latino avus […] Proverbio: «Quien no sabe de agüelo no sabe de bueno», porque los agüelos quieren mucho a sus nietos, en razón de que se van perpetuando en ellos más delante de los hijos; o porque el hijo, con el amor que tiene a su propia mujer y a sus hijos parece disminuir el de los padres; y porque el amor dicen que más intensamente desciende que asciende. El otro malicioso respondió a esto que cuando los hijos no han sido muy al gusto de los padres, estos quieren bien los nietos porque les han de vengar y han de hacer con ellos otro tanto, y así decía el otro viejo a su nieto, quejoso del hijo: «Tú me vengarás de tu padre».

(Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la lengua castellana o española, 1611).