viernes, septiembre 15, 2006

PALABRAS SERENAS

Cuánta razón lleva el link con el que últimamamente ha llamado a este blogg Enrique García Máiquez, "más serenas que veloces". Ciertamente, mis palabras se han remansando tanto que no hacen honor al título de este espacio, pero debo alegrarme porque la serenidad es la que me ha permitido regresar y sobre todo, volver a leer las vuestras, tan veloces e iluminadoras como siempre. Al fin, tras un mes de vértigo y acelerado trabajo ha llegado la paz y el sosiego, que he encontrado, no ya gracias al logro de mi pobre tesina, sino en el gozo de unos días en la montaña, en la mejor compañía, refugiada en los preciosos alrededores de Ordesa y el Monte Perdido. Al volver y recordar ese extraño sentimiento de armonía y de felicidad, necesité un reencuentro con las espesuras y las fuentes de agua clara de los clásicos. Y volví los ojos a la descansada vida de Fray Luis de León:

[...] Del monte en la ladera,
por mi mano plantado, tengo un huerto,
que con la primavera,
de bella flor cubierto,
ya muestra en esperanza el fruto cierto;
y, como codiciosa
por ver la cumbre airosa
una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura;
y, luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo, de pasada,
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo [...]
("Canción de la vida solitaria")
Y admiré la romántica compenetración entre la naturaleza y H. D. Thoreau, quien reconoció la eterna fuente benefactora de la vida en el campo:
"No puede haber melancolía verdaderamente negra para el que vive en medio de la naturaleza y tiene los sentidos en calma. Jamás hubo tormenta que no fuese música eólica para un oído inocente y sano. Nada es capaz de sumir en tristeza vulgar a un hombre leal y sencillo. Mientras gozo la amistad de las estaciones creo que nada podrá hacer de la vida una carga para mí. La amable lluvia que riega mi campo de habas y me guarda en casa hoy, no es tedio y melancolía, sino bendición para mí [...]"
(La vida en los bosques)

Ahora que reviso las fotografías tomadas me da lástima que no puedan recoger el rumor del río, ni el borbotear de la cascada, ni el silencio, ni el amenazante mugido de aquella imponente vaca que protegía su pasto. Tampoco pueden hacerme recobrar el cansancio placentero que sentí después de una larga excursión, el rostro fresco y el ánimo sereno, la gloria del baño caliente, seguido de la cena, la charla y el vino...; ese cansancio tan distinto al que sigue a una tarde de compras, o a un apretado día de trabajo sedentario… Pero hay que volver a pisar el asfalto, repasar la agenda y cumplir nuevos plazos; hay que olvidar el verde y la plata serpenteando entre las rocas, porque como nos advierten nuestros padres, la realidad es ésta…Y yo me pregunto: ¿No eran verdad esas piedras, la madera, aquel pan tostado del desayuno, el campanario, la yegua salpicándome con el barro de los charcos, la lluvia al atardecer borrando nuestros pasos en una senda umbría, la tormenta iluminando los tejados negros, el juego de sombras y luces en el bosque de hayas, las truchas saludando desde el río, las alas abiertas del milano aparecido en un instante, el cielo limpio, la serena felicidad compartida?

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Celebro tu regreso, Inma. Felicidades por tu tesina (que seguro es riquísima) y gracias por traernos con tanta claridad la serenidad del bosque...casi me llega el olor del pan tostado y me veo caminando entre las hayas.
Me ha impresionado mucho una de las frases de Thoreau: "Nada es capaz de sumir en tristeza vulgar a un hombre leal y sencillo." ¡Qué fácil parece! Pienso en las personas que más quiero y admiro y las encuentro "llenas" de esas dos condiciones.La sencillez, que es transparencia y humildad, me es tremendamente atractiva. Será porque muchos andamos cubiertos de artificios vanos.

Enrique Baltanás dijo...

Los urbanitas tenemos algo de exiliados. De todos modos, no hay que idealizar demasiado la Naturaleza. Esa música eólica supongo que no les hará mucha gracia a unos pobres marineros en medio de las aguas.

Inma dijo...

Te doy toda la razón, Enrique. Además, cuando reproduje el texto de Thoreau precisamente pensé en la poca gracia que tenía en mi ciudad esta frase de la "música eólica", con las tremendas y furiosas tormentas que hemos tenido esta semana en Tarragona, cuando parecía que iba "a caernos el cielo sobre nuestras cabezas"...
Ya se sabe como hablaban los románticos, y que la naturaleza puede destruir al hombre, pero no hace falta idealizar a la naturaleza para reconocer que es -como más difícilmente puede serlo la ciudad- fuente de armonía y de serenidad. De Thoreau, me quedo con la frase que subraya Koke y con la observación de que la lluvia en el campo "no es tedio y melancolía", como muchas veces le parece al urbanita.

Alberto dijo...

Qué alegrón volver a tenerte por aquí Inma, yo también estoy seguro de que tu tesina debe ser magnífica. Vuelves con fuerza, me ha gustado mucho tu entrada, me ha recordado a muchos veranos que pasé en las montañas de Austria, yo tenía 9 años y me pasaba el día perdido en el bosque y cuando me decían que teníamos que ir a visitar Viena por ejemplo, me entristecía porque en la ciudad yo no podia ir solo a descubrir huellas de ciervos ni construir cabañas en los árboles.

Salu2!!!

Anónimo dijo...

Inma,
te preguntas si acaso no eran reales esas sensaciones de la montaña, si acaso existieron y, de haberlo hecho, a dónde van...

¿A dónde van?

"¿A dónde van las palabras que no se quedaron?
¿A dónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas, como prisioneras de un ventarrón?
¿O se acurrucan entre las endijas buscando calor?
¿Acaso ruedan sobre los cristales, cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿A dónde van?

¿En qué estarán convertidos mis viejos zapatos?
¿A dónde fueron a dar tantas hojas de un árbol?
¿Por dónde están las angustias, que desde tus ojos saltaron por mí?
¿A dónde fueron mis palabras sucias de sangre de abril?
¿A dónde van ahora mismo estos cuerpos, que no puedo nunca dejar de alumbrar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van?
¿Y a dónde van? ¿A dónde van?

¿A dónde va lo común, lo de todos los días?
¿El descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿A dónde va la sorpresa, casi cotidiana del atardecer?
¿A dónde va el mantel de la mesa, el café de ayer?
¿A dónde van los pequeños terribles encantos que tiene el hogar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo? ¿Acaso se van?
¿Y a donde van? ¿A dónde van?"

Silvio Rodríguez (Mujeres)

Consíguela, esta voz de metal prodiga la letra.

Un abrazo, de nuevo en el asfalto barcelonés.

Breo Tosar dijo...

¡Hola Inma! ¡Qué alegría volver a verte! Te echaba mucho de menos en este frío océano electrónico.

Las palabras de Thoreau son geniales, Inma. Si te has fijado, en la cabecera de mi blog hay un fragmento del mismo libro. Subrayo, como Koke, la importancia de la sencillez y de la humildad.

Tus palabras -claras, serenas (como los ojos de Cetina)- me han recordado esa maravillosa película francesa que un día recomendaste. Después de un merecido descanso en plena naturaleza uno puede redescubrir la fortuna de vivir.

Anónimo dijo...

Venerada Inma
Cuánto me alegra tu regreso,echaba muchísimo de menos tu discurso...
Veo que algo te ha movido a abandonar tus habitaciones de la ciudad y a ir por lugares campestres,por montes y valles y arroyos...y que regresas nostálgica
pues esa belleza natural del mundo,reclama su derecho a no ser olvidada,aunque volvamos a esa espesura de la vida del asfalto,súbitamente volvemos a encontrarnos rodeados de todos los puntos de referencia que poblaron nuestra vida antes de nuestras últimas fugas,volvemos de nuevo a ese viejo tinglado giratorio,pero advierto que vienes como siempre encantadora ,cuestionando lirismos nuevos que te surgen,tanteando paisajes que pretendes soltar a tu regreso pero que de bonitos que fueron se te agarran a pesar de tu querer soltarlos...Gracias por compartir con nosotros los últimos pedazos que guardan esa serena felicidad compartida

E. G-Máiquez dijo...

Qué bien que vuelvas. La vida retirada, para los amigos, se hace muy dura.

Inma dijo...

Qué alegría me han dado vuestras visitas y palabras, que también añoré, en el trabajo veloz y en la serenidad del campo...También esto forma parte del volver a sentirse "como en casa"...
Muchas gracias y saludos a todos!

Corina Dávalos dijo...

Bienvenida, Inma! Qué alegría venir a tu casa y encontrar la luz encendida. Preciosa enumeración de realidades en el texto del final. Hace unos años Claudio Magris advertía en mi universidad (no es literal) que la verdadera vida no es otra distinta de la que sucede en la cola para el DNI y los atascos en días de lluvia. Desde entonces espero con más gusto. Saludos!

Carlos RM dijo...

Bienvenida de nuevo Inma, y enhorabuena por tu tesina, Me ha encantado tu selección de textos sobre el retiro natural y la calma. Y tus serenas palabras, claro.

Anónimo dijo...

Gracias por visitar mi bloggg...

Anónimo dijo...

Me apetecería encontrar nuevas palabras veloces... de esas que nacen a toda prisa... Parece que esta vez se lo están pensando.

Bicos.

Anónimo dijo...

Me apetecería encontrar nuevas palabras veloces... de esas que nacen a toda prisa... Parece que esta vez se lo están pensando.

Bicos.

vidadivina dijo...

inma,antemano te informo que ya vivo haze 12 años en las sagradas montañas,en una ecoaldea y me gusto mucho leer tus palabras magicas,he viajado mucho en el mundo para poder recuperar esa mirada luminosa y llena de percebcion divina. poco a poco mostrare que en la naturaleza esta todo lo que necesitamos.
la sombra es la luz que no ves.