martes, junio 27, 2006

¿QUIÉN ENNEGRECIÓ EL ORO FINO?

La Perla, pequeña joya literaria de John Steinbeck,
o el relato sobre la imposibilidad de encontrar la felicidad en la materia, de cómo el hombre puede transformar un objeto luminoso, bello y prometedor en un elemento viscoso, negruzco y destructor; de cómo la aparente fortuna puede ennegrecer y dinamitar una vida...
Historia que me hace pensar en unas palabras del Eclesiastés, "¿Quién ennegreció el oro? ¿Por qué el oro fino perdió su brillo…?"

La promesa de la Felicidad —el hallazgo de la Perla— hermosísimo reflejo de perfección, parecía haber llegado al fin, como un milagro divino, hasta el hogar humilde de Kino, Juana y el Coyotito. La venderían y con los beneficios vivirían dichosos y tranquilos.
Porque aquélla que habían encontrado era «la gran perla, perfecta como la luna. La que recogía la luz purificándola y devolviéndola en argéntea incandescencia».
Pero ni su pureza inmaculada ni su luminosidad triunfante la salvaba de convertirse en materia vil en manos del hombre, obstinado en poner precios y cifras. Una vez abierto el caparazón de la ostra, la Perla se convirtió en un objeto visible y codiciable, motivo de envidia y de recelo para el pueblo; motivo de inquietud y de temor para la familia Kino. Podía perderse. Podía robarse.

Y «la esencia de la perla se combinó con la esencia de los hombres y de la reacción precipitó un curioso residuo oscuro».

El bueno y honrado Kino se convirtió en enemigo de sus vecinos, en asesino, en avaro, en fugitivo. Y el disparo de un ladrón mató a Coyotito, su único hijo.

La hermosa joya, la Gran Perla, la Perla del Mundo se volvió «fea, gris, maligna». Kino no podía librarse de «su música, melodía de locura».
Afortunadamente, Juana aún permanecía al lado de su marido, viendo temblar su mano, antes de que éste echara el brazo hacia atrás para arrojar la Perla, con todas sus fuerzas, para devolverla al fondo del mar, donde volvería a ser hermosa.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Esa mano temblorosa arrojando la perla me ha recordado al viejo Tolkien. La voluntad del hombre doblegada al ansia de poder que encarna el anillo. Casi hasta la locura.

Qué pena ser siervos de la materia (personificada en el todopoderoso Dinero), qué pena perdernos por los "viles papeluchos arrugados", como diría nuestra miss Lunatic:

El dinero hace falta vivir, pero

"Vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan (...) He conocido a mucha gente a lo largo de mi vida, y créame, en nombre de ganar dinero para vivir, se lo toman tan en serio que se olvidan de vivir."

(Carmen Martín Gaite: "Caperucita en Manhattan")

E. G-Máiquez dijo...

Estupenda entrada y qué fuerza poética la del Eclesiastés, ¿verdad? En su discurso de recogida del Nobel, la impagable (e impronunciable) Wislawa Szymborska lo citó como la cubre de la poesía. Gracias por recordármelo.

Adaldrida dijo...

Qué Martíngaitiana eres, querida Inma, por eso le gustas tanto a mi amigo Lord Scutum, que él me lo ha dicho. Por eso y por otras cosas. Y es deformación literaria, pero al leer el título de tu entrada no he pensado en el eclesiastés, sino en Nubosidd variable...

Inma dijo...

Koke,
qué acertada relación entre la Perla y el Anillo...
Me encanta el fragmento que has escogido de Caperucita en Manhattan, recuerdo que yo también me fijé en él (y lo marqué entre asteriscos...)¡Gracias por recordarnos
las provechosas enseñanzas de Miss Lunatic!

Enrique, comparto lo que dices, ¡Qué fuerza poética la del Eclesiastés!, y es que el Antiguo Testamento es un caudal de hermoso lirismo...

Amiga Rocío, pues sí que soy Martingaitiana, sí...No es raro que hayas pensado en "Nubosidad variable" porque caigo ahora en que la cita del Eclesiastés que yo he traído, en realidad, es la versión que da C.M.G en este libro, por la misma deformación literaria que tú, supongo...

Adaldrida dijo...

El Antiguo Testamento es poético e inspirador. Yo recuerdo siempre:
"aunque camine por cañadas oscuras nada temo",
"contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará",
"porque rocío de luz es Tu rocío".

Corina Dávalos dijo...

Como a Koke, a mí me ha recordado a Tolkien, esa escena -obscena de avaricia- en la que el pobre hobbit apenas le queda aliento para balbucear: "mii tessooroo..."
Sin duda el A.T. es una fuente inagotable de inspiración, también poética. Siempre me revolotea en la cabeza como un leit motiv de fondo: "ludens in orbe terrarum"

Inma dijo...

¡Qué sugerentes citas, las traídas por Rocío y Anacó!

Muchas gracias