martes, noviembre 07, 2006

¿TIENES ALGO QUE CONTAR?

Hubo un tiempo en el que escribía Diario. Primero aquellos pequeños tan cursis con candado y letras doradas -regalo muy socorrido para una niña de nueve años-, luego voluminosos cuadernos de portadas decoradas con collages algo estrambóticos, muy personales -como se exige toda quinceañera- en los que combinaba distintos tipos de letras de revistas para formular la pregunta ¿TieNes AlgO Que cOntaR?”. (De ahí mi entusiasmo cuando cayeron en mis manos los hermosos Cuadernos de todo de Carmen Martín Gaite y su montón de collages neoyorquinos). En el interior prodigaba dibujos, poemas de amor que todavía no entendía, y palabras, muchas palabras alborotadas con emociones ingenuas, desde la furiosa rabia ante la regañina paterna hasta la incontenible alegría cuando, tras una semana de lluvia, había salido el sol y al fin, borrados los charcos, podía salir a patinar con mi amiga. Un buen día pensé que ya tenía almacenadas demasiadas libretas y que ya no quedaban lugares en mi habitación donde esconderlas : “Los Diarios no pueden ser leídos por nadie más que el que lo escribe. Regla nº 1”. Así que poco a poco, fui abandonando aquella primera persona, por falta de “rincones secretos”.
Para mi desconcierto, uno de los primeros días de clase en la Universidad un profesor nos advirtió que "Los escritores escriben su diario sabiendo que será encontrado y publicado a su muerte, tenedlo siempre en cuenta”.
"Ahora sí que es seguro que yo no iba para escritora, si sólo estaba preocupada por cuál sería el mejor escondrijo para mis cuadernos", pensé. Pero me acordé muchas veces de aquellas palabras, por ejemplo, al abrir el diario de Cesare Pavese. En el prólogo de Natalia Ginzburg e Italo Calvino se hace la misma Advertencia:
"Sus amigos conocían desde hacía mucho tiempo la existencia del diario de Pavese, y a algunos de ellos les había expresado el deseo de que fuese impreso después de su muerte".
El escritor que construye un Diario se convierte en su propio personaje, se novela a sí mismo y, sin pudor alguno, desea ofrecer también esa vida que, rozada con la varita mágica de la literatura ya no es "vida" a secas. También Pavese se preguntaba a sí mismo, como yo hacía en la adolescencia: "¿Tienes algo que contar?", de ahí la escueta respuesta que nos da el 25 de abril de 1936, en una sola línea:
"Hoy, nada"
Y de ahí, supongo, esa declaración -y la sangre fría- con la que el escritor italiano quiso fundir, trágicamente, literatura y vida, a través de las últimas palabras de su diario, tan conocidas, poco antes de suicidarse en el Hotel Roma de Turín , el 27 de agosto de 1950:
"Todo esto da asco./ No palabras. Un gesto. No escribiré más."
.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Inma, bienvenida de vuelta!! Por lo visto ya has superado la etapa de los escondrijos y vuelves a escribir...al menos en tu blog!

Inma dijo...

¡Muchas gracias, Anacó! Me alegra mucho tenerte a ti también de nuevo por aquí, a pesar de mi larga etapa más perezosa que ocultadiza.
Sigo con entusiasmo e interés tus palabras y tus últimas "joyas"...
¡Un abrazo!

Anónimo dijo...

Venerada Inma
Qué alegría volver a leerte,saber que no há cesado tu pasion por la literatura,por la Gaite y por Pavese me tranquiliza...
Los diarios son bosquejos autobiográficos que sirven para contárnoslo todo y en el caso de los cuadernos de todo,Los cuadernos de N.Y.,y "El cuento de nunca acabar",Carmiña también busca al interlocutor (como siempre) y -como siempre - a mí es a uno de los que encuentra ...
Particularmente,el bosquejo autobiográfico con el que más he disfrutado es el de "Las confesiones" y no precisamente por su arte literario,sino por su sinceridad abrumadora y la hondura con que nos cuenta su vida, tan actual...,sus problemas,su angustia y su búsqueda, siempre han sido un referente y una respuesta viva a mis preguntas y perplejidades ontológicas...
Te dejo con la dedicatoria que escribe el propio San Agustin al Conde Darío
"...Recibe el libro de mis confesiones que tanto deseaste.
Mírame en él para que no me tengas
en más de lo que soy.Créeme,no por
lo que otros digan de mí,sino por lo que yo digo en este libro.Mira lo que realmente fuí cuando andaba
perdido; y si ves en mí algo que te parezca bien,alaba conmigo a Aquel a quien yo he querido alabar
con este libro,porque me salvó."
A.AGUSTÍN

Anónimo dijo...

Inma...

resulta interesante esta idea de que en los diarios el escritor se convierte en su propio personaje, casi siempre en primera persona. Hace poco tuve la ocasión de ver Adaptation (El ladrón de orquídeas, Spike Jonze) donde los guionistas reales escriben cómo unos guionistas ficticios, que son ellos mismos, escriben un guión dentro del guión... que, para rizar el rizo, es el mismo guión que estamos viendo...

Sé que puede parecer un poco lioso, pero la recomiendo.

Por otra parte, ya sabemos que otro modo de que el artista se refleje en un personaje es mediante el alter ego. En este sentido, el caso de Fellini y Mastroniani es evidente (Otto e mezzo, La dolce vita, ...).

Algo que se me ha ocurrido y que no sé si tiene algún tipo de base, es que Cassavetes quizá gracias a la total libertad que le da a los actores, consigue mostrarnos el mundo en el que él está inserto. Puede que no se trate del artista como personaje, pero sí de su entorno más cercano. Tienes que ver Shadows.

No doy más la vara por hoy, aunque hay más mecanismos de este tipo.

Bienvenida, Inma.

Anónimo dijo...

Efectivamente, los diarios acaban siendo ficción porque no somos lo suficientemente valientes como para contar la verdad de nuestras propias vidas. Y al revés, toda novela es un diario inevitablemente.

Inma dijo...

La verdad, vale la pena volver a escribir entradas, sobre todo para volver a encontraros, y más cuando me regaláis comentarios como éstos, mucho mejores y provechosos que el post.
¡Abrazos!