viernes, febrero 09, 2007

VOCES VOLADORAS

Aunque amante del pensar solitario y, si es posible, lejos del ruido mundanal, siempre estuve de acuerdo con el cantar machadiano: En mi soledad/ he visto cosas muy claras,/ que no son verdad. La charla y los ojos del amigo tras el café humeante pueden derribar los espejos opacos en los que a veces nos perdemos, tropezando con nuestra propia sombra. El rostro de facciones y gestos aprendidos que de pronto nos sorprende con un matiz diferente, con un imprevisible arranque de alegría o de ternura. El otro lanza una moneda al aire y…¡voilà!, descubrimos una cara de la realidad que jamás habíamos sospechado en una larguísima duermevela, ni en todos nuestros líricos paseos por parques viejos y atardecidos. Y nuestro interlocutor nos cautiva, con todas esas palabras que brotan bajo el estimulante desafío de desempolvar ideas adormiladas y ofrecérnoslas transparentes y lúcidas, incluso por el puro afán de divertirnos. Pero cualquier día, en cualquier esquina, pensamos en la fragilidad de la vida y en la fortuna que sentimos al caminar al lado de aquella persona. Entonces deseamos pronunciar una frase, sencilla y auténtica, tocada de alma, como diría Juan Ramón. Pero esas pocas palabras se encogen antes de llegar al andén y se echan atrás, paso a paso, con sigilo. Al final llega la hora, silba el tren y otras palabras ruidosas llenan los amplios vagones. Luego sentimos como los puntos suspensivos se prolongan con ademán suplicante, se nos agarran al abrigo y estiran hasta hacernos retroceder. Con tristeza, recordamos al protagonista de Señora de rojo sobre fondo gris, cuando lamenta no haber dicho a tiempo a su mujer cuánto la amaba, cuán necesaria le era, y concluye que "la vida sería más llevadera si dispusiéramos de una segunda oportunidad". Pero por hoy ya es tarde: el teléfono ahogó tu voz en un pitido agudo; arrancó el motor del coche y tras la ventanilla no oye lo que musitamos desde la acera; al volver la esquina, su imagen se esfumó. Entonces es mejor callar y, al trasluz del aire, tratar de adivinar si lo que dice el poema de Salinas es cierto, que el silencio, para el que vive en amor, no es más que un buscarse trémulo entre dos voces voladoras. Quién sabe.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Inma.

Gracias, niña. Me habías preguntado cómo se termina un texto con una gran coma, quizá podría añadir yo con largos puntos suspensivos, y tuve que guardar silencio: no sé cómo explicarlo. Y, en cambio, hoy lo has hecho, tú solita, quizá sin más método que un solitario corazón acompañado que quiere hablar del paso del tiempo, de la muerte, del amor y de los silencios. Quizá me hayas dado una lección, elíptica: en un texto o en la vida lo importante es la sinceridad. Si uno es sincero consigo mismo, puede estar tranquilo.
"La vida sería más llevadera si dispusiéramos de una segunda oportunidad". Es cierto. Sin embargo, dos frente a un precipicio, "si tú saltas, yo salto", y allá van. Si dispusieran de otra oportunidad puede que al primer salto no le siguiese el segundo, pues saltaría en otra ocasión. Que la vida sólo se viva una vez nos hace únicos y nuestras decisiones nos definen. Es en los momentos de conflicto cuando somos nosotros mismos, cuando somos más sinceros.

"Si él está en peligro, yo le auxilio".
"Si ella salta, yo la sigo".
"Si necesito decir te quiero, yo lo digo".

No son más que momentos en los que uno tiene que decidir y lo mejor es que sólo hay una oportunidad. Tómala.

Un abrazo, rula.

Pd. Perdona por el desvarío. Acabo de ver "El espejo" de Tarkovsky y, entre la soledad de la ciudad y mi cabeza dando bandazos, si escucho hablar de mis temas preferidos, me conmuevo.

Anónimo dijo...

Amiga Inma
Qué misteriosa entrada justo el día de mi cumpleaños(9/2),te agradezco este regalo ...
Desde el Sur te doy ánimos con un epitafio maravilloso que para sí mismo redactó Max Aub, un gran escritor que tuvo la mala suerte de nacer en una época de genios:"Hizo lo que pudo"...No encuentro mejor definición para la valentía humilde y magnífica.
´Soy partidario de ese musitar a solas las cosas, aunque tropecemos con nuestra propia sombra.Confía en tus silencios, si no dijistes eso o aquello estoy seguro que no fué por falta de valor ni por falta de inteligencia. Unos puntos suspensivos me dicen mucho de tí y a veces son de lo más recomendable.La inteligencia libera y a la vez entrampa ,y a veces el miedo es el tributo que tenemos que pagar por nuestros privilegios. En el fondo muchas veces sobran esas frases tocadas de alma, y no porque no se tenga valor para pronunciarlas, sino porque pueden suponer una renuncia de nuestra digna Libertad, y eso sí que me entristecería.
Felicidades por tu valiente entrada , tan misteriosa e inteligente como tú

E. G-Máiquez dijo...

Preciosa entrada. Ah, y la vida está llena de segundas oportunidades.

Anónimo dijo...

Gran entrada, Inma, Además, casualidades de la vida, la leí en el momento justo...para dar y tener -como dice Enrique- una (otra) segunda oportunidad. Gracias!

Anónimo dijo...

Hola de nuevo...

No me hagáis caso, es que el pesimismo me embarga. Ojalá hubiera segundas oportunidades.

Bicos a todos!!!

Inma dijo...

Seguro que las hay, y sería bonito encontrarles también a estas su lado poético.
Lord Scutum, me chifla el epitafio de Max Aub.
Gracias a todos por los ánimos.

Adaldrida dijo...

Qué entrada la tuya, veloz y serena. Si tú saltas yo salto, sí, pero ése no es un momento, sino toda la vida. Los amigos están para saltar a tu lado toda la vida, todas las oportunidades.