martes, junio 20, 2006

INTER-ESADOS


El interés como principio del amor no estaría nada mal si lo concibiéramos en el sentido antiguo del término...
INTER-ESSE, en un origen significó «estar entre», «estar metido dentro», «participar»; más tarde, se aplicó a la cualidad de llamar la atención, de donde surge el afán de vivir hacia el objeto (o sujeto) que tan fuerte atrae.
[*Por si es verdad que una imagen vale más que mil palabras, Katharine Hepburn y Spencer Tracy expresan mucho mejor lo que yo trato de explicar]
Entendido así, el interés es hermano del importar, término que curiosamente también tiene un doble sentido, uno materialista y otro sentimental y/o intelectual:
«Importar, significa «introducir en un país cosas, tales como mercancías, costumbres, de otro». Pero que algo importe a una persona quiere decir que traslada su interés de un lugar a otro. Lo importante les afecta porque les llama (la atención), obliga a estar pendiente de ella, seduce, arrastra
El bueno de Covarrubias en su erudito y gracioso diccionario Tesoro de la lengua castellana (1611) da a la palabra “interés” el significado al que hoy estamos acostumbrados («el provecho, la utilidad, la ganancia que se saca o espera de una cosa») pero no se priva de añadir un apunte moral sobre la inconveniencia del interés utilitarista:
«El interesse es la polilla de la virtud. Por esso dixo Nuestro Redemptor que al que atesora en el cielo, está seguro de la polilla (...) y es mucha razón, pues nos ama Dios sin interesse, le correspondamos en el amor a lo menos en grado de proporción assí como Él nos ama, sin tener respeto a la ganancia que por amarnos le venga»
El D.R.A.E, mucho más soso, sólo ofrece -en cuarto lugar- una escueta acepción al interés más inútil y, por eso, más deseable, la "Inclinación del ánimo hacia un objeto, una persona, una narración, etc".
Si yo valiera para lexicógrafa... pediría permiso para añadir "no orientado al provecho ni al beneficio, sino al vivir en y para el objeto de interés".

12 comentarios:

Anónimo dijo...

INTERESANTÍSIMO texto y entrañable pareja Hepburn-Tracy. ¡Cuánta magia en esas actrices y actores de blanco y negro!
¡Qué visión más nueva y fresca del interés! Estar entre, participar...me encanta.

E. G-Máiquez dijo...

Aunque luego sólo nos aprovecha y beneficia aquello que de verdad nos interesa. Quizá el sentido espiritual y el materialista no estén tan alejados entre sí.

Por ejemplo, tu blog está cada día más interesante y provechoso.

Inma dijo...

Totalmente de acuerdo, Enrique. Gracias por enriquecer mi entrada con tus matices -siempre valiosos- y por el amable "piropo" a mi blogg.

También creo que lo que más nos aprovecha es aquello que nos interesa verdaderamente,
pero no porque esperemos obtener un beneficio, sino porque nos atrae y nos obliga a entrar, a entregarnos, a participar, en un principio sin más afán que el puro descubrimiento y conocimiento.

Entonces sí, entonces digo...¡Bienvenido seas, Beneficio o Provecho!

Anónimo dijo...

Venerada Inma,como me ha gustado ese afan por el puro descubrimiento y conocimiento.¡Claro que si,esa es la actitud,y esa inquietud o busqueda es lo que nos interesa ,al menos a mi es lo que mas me estimula,es mas, no concebiria el acto de amar sin el ingrediente del interes en la acepcion a que te refieres.Decia Ortega que el amor es el Eterno insatisfecho,y que el deseo es caduco, pues fenece en el mismo instante en que se cumple.Entiendo que uno de los motivos que hacen que el amor no caduque es ese afan de busqueda,de entrega,precisamente porque esa actitud(y no la de cubrir las necesidades mas o menos materiales) es la que nos hace ir al mas alla de nosotros mismos,al "Tu metafisico" que Pedro Salinas referia en La voz a ti debida ,en fin ese mas alla que solo Dios puede regalarnos y por el que hay que darle las gracias...Se trata de la Sed de infinitud Inma,porque por mucho que nos empeñemos en embrutecernos, el anhelo siempre sale a la palestra¡Que extasis sentir ese interes!

Adaldrida dijo...

Totalmente de acuerdo, como filóloga me ha gustado mucho ver tu interés y entusiasmo por las palabras...

Corina Dávalos dijo...

Con esta entrada me has aclarado una vieja discusión. ¿Dónde has encontrado estas acepciones tan interesantes? Enhorabuena y gracias por tu interés en aprovecharnos...

Inma dijo...

Lord Scutum,
gracias de nuevo por tu entusiasta comentario. Y me encanta esa visión del amor que apuntas como afán de búsqueda y entrega siempre "insatisfecha", que podemos renovar día a día...Y tu optimismo -hoy infrecuente- al decir "¡el anhelo siempre sale a la palestra!"

Rocío,
¡Qué bien encontrarme con otra filóloga...! En mi ciudad, al menos, es una especie en extinción...afortunadamente, sospecho que no somos las únicas que pasean por estos bloggs...

Para Anacó y Rocío,
si os gusta la historia de las palabras, en particular aquellas referidas a la dimensión "sentimental" o "emocional" del hombre (terreno amplio y complejo), os recomiendo el "Diccionario de los sentimientos" de José A. Marina y Marisa López Peñas (en Anagrama)Seguro que os va a INTER-ESAR...

Jesús Beades dijo...

Al hilo de las discusiones sobre el matrimonio, llega como ironía visual esta foto. Ellos "se amaban", toda la vida se amaron, pero él estaba casado y era católico, y jamás se divorció de su esposa. ¿Hizo bien? Pregunta que arrojaría mucha luz sobre aquella discusión.

Inma dijo...

Podemos decir que actuó correctamente,de acuerdo con sus convicciones. Porque hace falta algo más que el amor para validar/invalidar un contrato matrimonial, como tú sabes.

Ciñéndonos a lo demostrable, su contrato matrimonial permaneció intacto.
Pero tras esa realidad hay un compromiso invisible; en ese sentido no pudo acometer la tarea -también cristiana- de pasar por "el ojo de la aguja": no pudo dedicar el amor prometido a su esposa.

Así pues, su matrimonio cumplió con "lo lícito" pero no con "lo deseable".

Por lo demás, nosotros no somos quién para juzgarle.

Jesús Beades dijo...

Que le pregunten a la Sra.Tracy, con más cuernos que el despacho del Cordobés, si su marido cumplió con "lo lícito".

Inma dijo...

No pongo en duda que a la Sra. Tracy no le hiciera ni puñetera gracia el affair de su marido...

Pero condenar a Spencer por ello sería condenar a toda nuestra estirpe "cornuda", a todos nuestros antepasados que se casaron por motivos económicos, dinásticos, etc., a los que no se les podía exigir, además, que amaran a su cónyuge.
Nuestra Familia Real es un hermoso ejemplo de decencia y de sentido común, como diría C.S. Lewis.

Si el amor no es un motivo "exigible" para el matrimonio, ¿por qué iba a serlo la fidelidad amorosa?

Si incluso aquellos que se casan por amor –como supuestamente hizo Spencer con su esposa- caen en el adulterio, ¿cómo exigir la fidelidad entre cónyuges que no se aman?

Erebo dijo...

muy interesante, mi edad no me dejó ver este tipo de películas en su tiempo, pero siempre me gusta verlas ahora, aunque sean antiguas.

Puedes pasarte por mi blogg si quieres.

Tu artículo em a gustado mucho.

http://shakingminds.blogspot.com/