jueves, junio 22, 2006

LA SEÑORITA FLORA EN LA VENTANA

Del periplo del industrioso, andarín e imaginativo Alfanhuí —el que tenía «los ojos amarillos como los alcaravanes», amigo de los colores y de los lagartos— me he quedado, entre otras, con una imagen patética y hermosa: el hallazgo de una ventana en la que, hace años, alguien pintó una mujer, la señorita Flora. A medida que pasa el tiempo sus colores van diluyéndose y confundiéndose con la fachada
Prosa poética que, además de traerme la imagen de la melancólica “mujer ventanera” de C.Martín Gaite -oculta entre los visillos, mirando ávida hacia la calle- también me recuerda una frase terrible que dice mi madre: "A medida que nos hacemos viejos, nos vamos desdibujando; los viejos se confunden con el paisaje, nadie los ve..."

«Con los brazos puestos en el dintel de esta ventana habían pintado una señora. Esta señora estaba esperando marido. Tenía las carnes laxas y unos cuarenta y cinco años. Acaso esperaba desde sus quince. Una señora rosa y malva que aún no había recogido en negros paños sus carnes y sus bellezas y esperaba aún, como una rosa deshojada, con sus coloretes desvaídos y su sonrisa artificial, amarga como una mueca (…)
Esperando, esperando, mientras la lluvia le borraba el rostro y la mantilla de punto y lana azul. Mientras el tiempo caía resbalando como una sombra clara, por su figura, alisándola, confundiéndola con la ventana, con la pared, con el viento. ¡Ah, el tiempo, el tiempo! Que la convertía en un fantasma vago, inmóvil en su pared, ajándola como una flor desesperanzada, mientras las verduleras chillaban en la calle a su cuadrilla de hijos y a duros manotazos, los volvían a razón. Mientras se vendían ajos, puerros, cebollas, zanahorias, que luego llenaban la calle con el olor grosero de las comidas. Mientras todos chillaban y se movían en una vida vulgar y maciza, llena de chismes y de carcajadas (…) La señora pintada, malva y rosa, con su mantilla de punto y lana azul seguía mirando hacia Pinto. Seguía mirando, esperando, con su sonrisa artificial. Se llamaba Flora. La señorita Flora. ¡Qué melancolía!»

(SÁNCHEZ FERLOSIO, Rafael: Industrias y andanzas de Alfanhuí)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha impresionado mucho la frase que dice tu madre.

La juventud es arrogante. No sabe de vejez, ni enfermedad, ni muerte.

Tu entrada me ha hecho pensar en un poema de Miguel d'Ors.
Habla de la muerte y del recuerdo (también se desdibujan los recuerdos de los muertos).
Siento no poder escribir los versos completos:


Por una muerte

Uno se muere así, cuando tenía
un cigarro en las manos (que aparece
humeando, después, sobre el asfalto),
cuando había una letra pendiente, un libro abierto
un cuento a medias (que los niños nunca
sabrán cómo termina);
uno se muere así, de golpe, abandonando
su ropa en el armario y sus asuntos
y su reloj parado en una hora
--la de la muerte en punto-- (o sin pararse
y entonces es más triste todavía
porque le ves seguir, infiel al amo),
y a lo mejor aún llega alguna carta
con las señas del muerto
y hace llorar de puro no saber...

Después de morir uno, mientras uno
está muriendo, se abre
una ferretería, pintan una fachada
y el muerto ya es ajeno y todo nos lo aleja.

Las yerbas del olvido
empiezan a crecer sobre su tumba.

Anónimo dijo...

Una amigo ante "la muerte de Iván Ilich":

"Tres días y tres noches de espantosos sufrimientos, y la muerte. Ahora, en cualquier momento puede ocurrirme a mí lo mismo, pensó, y por un instante tuvo miedo. Pero en seguida, sin saber cómo, acudió en su ayuda la socorrida idea de que esto le había sucedido a Iván Ilich y no a él, y que a él esto no le debe ni le puede suceder. Pensó que aquella idea le deprimía, cosa que no debía permitir. Hecho este razonamiento, Piotr Ivánovich se serenó y empezó a preguntar con sumo interés por los detalles del fallecimiento de Iván Ilich, como si morir fuese una aventura exclusiva de éste y que nada tuviera que ver con él."

León TOLSTOI

Jesús Beades dijo...

Muy bueno, Koke, tu poema de d'Ors. La idea está calcada de un cuento de Borges, por cierto.

Anónimo dijo...

Venerada Inma,me ha gustado mucho reconocerte como una "mujer ventanera",el peculiar enfoque que ofrece una ventana para contemplar el mundo siempre me ha parecido de lo mas poético;La ventana condiciona un tipo de mirada:mirar sin ser visto,situándote en una posición estratégica de semiescondite.Toda la obra de nuestra querida C.M.G es un largo cuento de nunca acabar,que abre innumerables vetanas,ventanales y ventanucos sobre el mundo,dibujándose la ventana en toda su obra como símbolo de lo fronterizo,como Límite entre el espacio cerrado y el abierto,entre lo familiar y lo inexplorado,entre la guarida y la aventura al raso.En palabras de la propia Carmiña,la ventana es ese punto de referencia de que dispone la mujer para soñar desde dentro el mundo que bulle fuera,el puente tendido entre las orillas de lo conocido y lo desconocido,la brecha por donde puede echar a volar sus ojos,en busca de otra luz y otros perfiles que no sean los del interior...Como frontera entre lo de dentro y lo de fuera,participa de ambos mundos,los divide y pone en contacto,y este enfoque sobre la realidad exterior o sobre el universo interior emana en la mujer,centinela de sendos espacios,desde lo recóndito.
Te seguiré contando historias desde esta ventana,por cierto me ha gustado mucho el cuadro que has elegido,pero yo te imagino más como dentro del cuadro del genial Edward Hopper que adorna la cubierta de la novela "Fragmentos de interior" en donde la mujer perdida por Manhattan,se ha sentado en la cama de una pensión anónima.Termino citándote el fragmento final del poema"Todo es un cuento roto en Nueva York"

Cansada de rodar,
de soñar apariencias,
de debatirse en vano
ensayando posturas de defensa o ataque
de convertirse en otra,
esa mujer perdida por Manhattan
se ha escondido en un cuadro de Edward Hopper,
se ha sentado en la cama de una pensión anónima
y ya no espera nada.
Sin abrir tan siquiera la maleta,
acaba de quitarse los zapatos
porque los pies le duelen,
y se ha quedado sola entre cuatro paredes,
condenada a aguantar a palo seco
esa luz de la tarde ya en declive
que se filtra en la estancia
veteada de brillos engañosos,
con los brazos caídos y la mirada estática,
clavada eternamente de cara a una ventana
que de tan bien pintada parece de verdad
---------------------------------
Aqui el interior nos reclama para ser habitado y poseído.Ya no espera nada esa mujer ,porque se sabe habitada por la cálida acogida del interior fructífero,de esa habitación propia donde desarrollarse en plenitud.Carmiña, evoluciona desde un primer momento
en el cual el interior castrante empujaba hacia un exterior atrayente y acogedor,que se vuelve caótico y anónimo,y por ello el interior nos reclama para ser habitado y poseído

Anónimo dijo...

Venerada Inma,me ha gustado mucho reconocerte como una "mujer ventanera",el peculiar enfoque que ofrece una ventana para contemplar el mundo siempre me ha parecido de lo mas poético;La ventana condiciona un tipo de mirada:mirar sin ser visto,situándote en una posición estratégica de semiescondite.Toda la obra de nuestra querida C.M.G es un largo cuento de nunca acabar,que abre innumerables vetanas,ventanales y ventanucos sobre el mundo,dibujándose la ventana en toda su obra como símbolo de lo fronterizo,como Límite entre el espacio cerrado y el abierto,entre lo familiar y lo inexplorado,entre la guarida y la aventura al raso.En palabras de la propia Carmiña,la ventana es ese punto de referencia de que dispone la mujer para soñar desde dentro el mundo que bulle fuera,el puente tendido entre las orillas de lo conocido y lo desconocido,la brecha por donde puede echar a volar sus ojos,en busca de otra luz y otros perfiles que no sean los del interior...Como frontera entre lo de dentro y lo de fuera,participa de ambos mundos,los divide y pone en contacto,y este enfoque sobre la realidad exterior o sobre el universo interior emana en la mujer,centinela de sendos espacios,desde lo recóndito.
Te seguiré contando historias desde esta ventana,por cierto me ha gustado mucho el cuadro que has elegido,pero yo te imagino más como dentro del cuadro del genial Edward Hopper que adorna la cubierta de la novela "Fragmentos de interior" en donde la mujer perdida por Manhattan,se ha sentado en la cama de una pensión anónima.Termino citándote el fragmento final del poema"Todo es un cuento roto en Nueva York"

Cansada de rodar,
de soñar apariencias,
de debatirse en vano
ensayando posturas de defensa o ataque
de convertirse en otra,
esa mujer perdida por Manhattan
se ha escondido en un cuadro de Edward Hopper,
se ha sentado en la cama de una pensión anónima
y ya no espera nada.
Sin abrir tan siquiera la maleta,
acaba de quitarse los zapatos
porque los pies le duelen,
y se ha quedado sola entre cuatro paredes,
condenada a aguantar a palo seco
esa luz de la tarde ya en declive
que se filtra en la estancia
veteada de brillos engañosos,
con los brazos caídos y la mirada estática,
clavada eternamente de cara a una ventana
que de tan bien pintada parece de verdad
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Aqui el interior nos reclama para ser habitado y poseído.Ya no espera nada esa mujer ,porque se sabe habitada por la cálida acogida del interior fructífero,de esa habitación propia donde desarrollarse en plenitud.Carmiña, evoluciona desde un primer momento
en el cual el interior castrante empujaba hacia un exterior atrayente y acogedor,que se vuelve caótico y anónimo,y por ello el interior nos reclama para ser habitado y poseído

Anónimo dijo...

Venerada Inma,me ha gustado mucho reconocerte como una "mujer ventanera",el peculiar enfoque que ofrece una ventana para contemplar el mundo siempre me ha parecido de lo mas poético;La ventana condiciona un tipo de mirada:mirar sin ser visto,situándote en una posición estratégica de semiescondite.Toda la obra de nuestra querida C.M.G es un largo cuento de nunca acabar,que abre innumerables vetanas,ventanales y ventanucos sobre el mundo,dibujándose la ventana en toda su obra como símbolo de lo fronterizo,como Límite entre el espacio cerrado y el abierto,entre lo familiar y lo inexplorado,entre la guarida y la aventura al raso.En palabras de la propia Carmiña,la ventana es ese punto de referencia de que dispone la mujer para soñar desde dentro el mundo que bulle fuera,el puente tendido entre las orillas de lo conocido y lo desconocido,la brecha por donde puede echar a volar sus ojos,en busca de otra luz y otros perfiles que no sean los del interior...Como frontera entre lo de dentro y lo de fuera,participa de ambos mundos,los divide y pone en contacto,y este enfoque sobre la realidad exterior o sobre el universo interior emana en la mujer,centinela de sendos espacios,desde lo recóndito.
Te seguiré contando historias desde esta ventana,por cierto me ha gustado mucho el cuadro que has elegido,pero yo te imagino más como dentro del cuadro del genial Edward Hopper que adorna la cubierta de la novela "Fragmentos de interior" en donde la mujer perdida por Manhattan,se ha sentado en la cama de una pensión anónima.Termino citándote el fragmento final del poema"Todo es un cuento roto en Nueva York"

Cansada de rodar,
de soñar apariencias,
de debatirse en vano
ensayando posturas de defensa o ataque
de convertirse en otra,
esa mujer perdida por Manhattan
se ha escondido en un cuadro de Edward Hopper,
se ha sentado en la cama de una pensión anónima
y ya no espera nada.
Sin abrir tan siquiera la maleta,
acaba de quitarse los zapatos
porque los pies le duelen,
y se ha quedado sola entre cuatro paredes,
condenada a aguantar a palo seco
esa luz de la tarde ya en declive
que se filtra en la estancia
veteada de brillos engañosos,
con los brazos caídos y la mirada estática,
clavada eternamente de cara a una ventana
que de tan bien pintada parece de verdad
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Aqui el interior nos reclama para ser habitado y poseído.Ya no espera nada esa mujer ,porque se sabe habitada por la cálida acogida del interior fructífero,de esa habitación propia donde desarrollarse en plenitud.Carmiña, evoluciona desde un primer momento
en el cual el interior castrante empujaba hacia un exterior atrayente y acogedor,que se vuelve caótico y anónimo,y por ello el interior nos reclama para ser habitado y poseído

Anónimo dijo...

perdona que me repita,es que hace muy poco que me metí en este mundo-blogger,y torpeo bastante (un poco demasiado,como diría Alvaro Pombo)
con esto de la informática;le he dado 2 veces al "publicar su comentario",lo siento

Inma dijo...

Lord,
No sientas haber entregado un comentario "por triplicado", porque es de esos que deben releerse. Créeme si te digo que lo he leído las 3 veces.

Mi blogg se honra con tus poéticas ventanas abiertas en homenaje a Carmiña. Gracias por refrescarme el poema, que me ha permitido imaginar a una mujer frente a otra,

a la mujer escondida en un cuadro de Hopper
"con los brazos caídos y la mirada estática/ clavada eternamente de cara a la ventana/ que de tan bien pintada parece de verdad"

frente a
la señorita Flora pintada en una ventana con los brazos puestos en el dintel.
Con la importante diferencia de que la de Martín Gaite consigue hacerse una "habitación propia" y la del que fue su marido, Sánchez Ferlosio, se queda mirando hacia Pinto, mirando, esperando, con su sonrisa artificial.