«Vivir es aquel impulso de ser, que en lo que ya es se resuelve en esfuerzo por ser más».
Tras este brillante inicio, Joan Maragall se dispone a denunciar que la mayor parte del tiempo no estemos suficientemente VIVOS, debido a nuestra tendencia –inhumana tendencia— a vivir a merced de cómodos automatismos:
«desde nuestra fe en Dios hasta el acto de cortarnos las uñas, pasando por el amor (o lo que llamamos amor), el Estado, las leyes, las costumbres, el arte, la ciencia, las palabras, los hechos, todo se nos vuelve automático».
Del abuelo al nieto (caso penoso, el de los Maragall, que pone en entredicho el «De tal palo, tal astilla») y de la Poesía a la Política... Numerosas encuestas nos indican que la política “no interesa” —véase el índice de abstención en el referéndum para el estatuto catalán— y mi corta experiencia ya me ha mostrado una opinión generalizada, al menos entre los jóvenes: «el país, la sociedad, el mundo, funciona y seguirá funcionando… por “inercia”, independientemente del gobierno y de las leyes que nos amparen...»
Del abuelo al nieto (caso penoso, el de los Maragall, que pone en entredicho el «De tal palo, tal astilla») y de la Poesía a la Política... Numerosas encuestas nos indican que la política “no interesa” —véase el índice de abstención en el referéndum para el estatuto catalán— y mi corta experiencia ya me ha mostrado una opinión generalizada, al menos entre los jóvenes: «el país, la sociedad, el mundo, funciona y seguirá funcionando… por “inercia”, independientemente del gobierno y de las leyes que nos amparen...»
Y de la Política a las Relaciones Humanas. Tal vez deba preocuparnos aún más que el automatismo reine hasta en las relaciones humanas; hecho que advierte Natalia Ginzburg y que ha de alarmarnos, precisamente porque lo más grande no se sostiene sin lo más pequeño…
«Poco a poco ocurre que las relaciones humanas nos resultan hasta demasiado fáciles, hasta demasiado naturales y espontáneas, tan sin esfuerzo que ya no son riqueza, ni descubrimiento, ni elección, son sólo costumbre y complacencia, embriaguez de naturaleza.
Las relaciones humanas deben descubrirse y reinventarse todos los días. Debemos recordar siempre que toda clase de encuentro con el prójimo es una acción humana y, por lo tanto, es siempre mal o bien, verdad o mentira, caridad o pecado.»
«Poco a poco ocurre que las relaciones humanas nos resultan hasta demasiado fáciles, hasta demasiado naturales y espontáneas, tan sin esfuerzo que ya no son riqueza, ni descubrimiento, ni elección, son sólo costumbre y complacencia, embriaguez de naturaleza.
Las relaciones humanas deben descubrirse y reinventarse todos los días. Debemos recordar siempre que toda clase de encuentro con el prójimo es una acción humana y, por lo tanto, es siempre mal o bien, verdad o mentira, caridad o pecado.»
(Natalia GINZBURG: Las pequeñas virtudes)
13 comentarios:
Preciosa entrada, Inma.
Es una lástima el proceso de corrupción de los Maragall, de la excelencia al fanatismo.
¡Qué grandes son las "pequeñas virtudes" de Ginzburg!
Tu entrada me ha traído a la memoria una frase:
"LA RUTINA ES MUERTE".
Así empezó una clase del mejor profesor que he conocido.
¡Espléndida frase la de tu profesor, Koke!
Opino que la "COTIDIANIDAD" es inseparable de nuestra condición,pero tiene su encanto y su belleza poética (incluso su misterio)siempre que no se convierta en pura "RUTINA",
que es precisamente el hacer las cosas de manera práctica y sin razonar, lo que nos aleja de lo propiamente humano.
De ahí, supongo, que tu profesor dijera que la rutina puede "MATAR" al hombre...
"aunque el muerto siga en pie" y siga acudiendo cada día a la oficina...
Yo voy a romper una lanza por las buenas rutinas. Las rutinas nos descargan del peso de inventar cada vez el modo de hacer ciertas cosas que por sí mismas no requieren tanta atención. de hecho, las viartudes mismas son un tipo de automatismo, que si están regidas por la prudencia y la caridad no corren el riesgo de volverse puramente mecánicas. Gracias Inma por la cita, no conozco el libro de Ginzburg, pero no tardaré en echarle un vistazo.
(AnaCó me dispensa de defender las buenas rutinas. Así que puedo aplaudir la entrada sin la más mínima reserva.)
Los automatistos son matones, sin defensa posible. Y cada vez tengo más claro que es la pereza la que mueve el mundo. Por supuesto, lo mueve mal.
Claro que sí, Anacó, todos necesitamos tener rutinas,que -a Dios gracias- cada día repetimos idénticamente y sin necesidad de hacer razonamiento alguno (la cafetera de las 7:30,por ej.)
Pero luego hay otras muchas cosas importantísimas que son incompatibles con la rutina, desde la Fe a la Poesía, a la Política y a las Relaciones Humanas o al Amor...
Corremos el riesgo, si no, de abandonarnos al automatismo, que es un devorador del hombre, -un "matón" como dice Enrique- que nos priva de la posibilidad -exclusivamente humana- de reinventarnos cada día.
Olvidé decirte, disculpa, Anacó, que además de rutinas necesarias y prácticas (algunas banales)también existen, como tú dices "buenas rutinas",hábitos en los que ponemos el corazón.
Pero ¿puede la virtud ser un tipo de automatismo?
En mi modesta opinión, yo creo que detrás de la virtud siempre hay una fuerza que decide, que elige, que crea.
Precisamente por eso el camino de la virtud es arduo...
Siempre está el peligro de poner el mismo automatismo en las relaciones humanas que en el acto de encender una luz, olvidando que las primeras tienen una finalidad en sí mismas y no puramente instrumental
Estamos de acuerdo, por eso recalcaba la importancia de que el doble principio de prudencia y caridad anime siempre incluso las actividades más triviales que realizamos. Pienso que el problema no está en las rutinas o en los automatismos sino en la actitud rutinaria (pereza, como dice Enrique)o indiferencia, que introduce automatismo en el corazón.
Gracias a Anacó (y a Koke por la charla en el paseo hacia el faro)que me han hecho ver la a virtud de las "buenas rutinas", que ahora entiendo y aprecio mejor.
Y con Edu Solá rechazo el automatismo en todo aquello que no es "instrumental".
Cierto, Mora-Fondos,la belleza (y también el arte o la literatura)nos salvan de la opacidad de la rutina;siguiendo el rastro de tu blogg, diría que también nos "despiertan" del adormecimiento/atontamientogeneral...
Venerada Inma,me alegra enormemente que elijas a Natalia Ginzburg para transmitir lo importante que es la elevación de lo particular y cotidiano a categoría filosófica,sobretodo porque, nadie mejor que ella para sublimar esa trascendencia de la cotidianeidad que a más de uno nos ha arrancado una sonrisa de complicidad y al mismo tiempo,esa identificación que ,como de sorpresa se te agarra primero en el pensamiento para después albergarse en el corazón.Respecto al análisis de la rutina,decirte que deberíamos exiliarla hasta en el desayuno,pero que me cuesta hacerlo,ya sabes "uno es lo que vive",y si no hacemos que nuestras vivencias sean extraordinarias,viviremos bajo el color ya sabido de las cosas...sumidos en esa inercia que como decía Bourdioú no transforma nada,pero eso sería aceptar cierto pesimismo pasado de rosca,confío plenamente en nuestra juventud,en que no se mate más a Dios ,porque esa culturilla de muerte nos está costando muy cara,y porque inevitablemente tarde o temprano el anhelo sale a la palestra,pues lo más extraordinario que posée el hombre es la eternidad,y por mucho que lo intente ,no se puede vivir sin esa sed de infinitud(aunque seamos finitos)...
No dejas de sorprenderme, Lord Scutum! Gratamente, por supuesto...
La trascendencia de la cotidianidad que tan hermosa y sencillamente logra Natalia Ginzburg ha sido uno de los motivos, tal vez el principal, que me han unido "emocionalmente" con esta escritora (como a nuestra amada Carmiña). Son momentos mágicos y poderosos, tú los habrás sentido, aquellos en los que te parece conocer al escritor que dice con las palabras que tú jamas hubieras sabido expresar, lo mismo que piensas y que tanto te inquieta...
Me encantaría que me dijeras lo que dice (o donde lo dice) Bourdióu,a quien no tengo el gusto de conocer...
Estoy contigo,Lord, en rechazar y luchar contra esa "culturilla de muerte" y en no vivir "bajo el color sabido de las cosas"...
¡Gracias!
Pierre Bourdieu ,creo recordar que en su obra"El sentido práctico" ,en donde analiza dos conceptos,el habitus y el campo
Por habitus entiende las formas de obrar,pensar y sentir que están originadas por la posición que una persona ocupa en la estructura social(concretamente fue un profesor mío de Sociología jurídica
quien me planteó esa idea de ir al mas allá de la posición que te toca en la estructura social,lo cuál entrañaba una profunda toma de conciencia de esa posicion en la que cada uno se hallare seguida de una actitud de transformacion ,como hizo en su época la fantástica Mary wollstonecraft(madre de Mary Shelley) uno de esos seres que, como dice su propia hija.." solo aparecen una vez por generación,para arrojar sobre la humanidad un rayo de luz sobrenatural...",Esta autora consiguió esa transformación social de la que te hablo y es en su obra "vindicación de los Derechos del hombre(1791)y de "vindicación de los Derechos de la mujer" donde condena la educación que se daba a las mujeres porque las hacía"...más artificiales y débiles de caracter de lo que de otra forma podrían haber sido..." y porque deformaba sus valores con "..nociones equivocadas de la excelencia femenina",¡Que gran mujer M .W.!
Ah...Bordieu...¡éste sí que me suena! mil gracias por la explicación, Lord.
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